martes, 29 de marzo de 2016

Crítica: Das Experiment (2001)

Título en Español: El Experimento
Director: Oliver Hirschbiegel
Guión: Mario Giordano, Christoph Darnstädt, Don Bohlinger (Novela: Mario Giordano)
Reparto: Moritz Bleibtreu, Maren Eggert, Christian Berkel, 
Justus von Dohnányi, Andrea Sawatzki, Edgar Selge
Música: Alexander van Bubenheim
Fotografía: Rainer Klausmann
Productora: Senator Film/ Typhon Film/ Fanes Film


Handlung
Un grupo de científicos de una universidad alemana llevan a cabo un estudio psicológico acerca de la conducta desarrollada, en un ambiente extremo, por los hombres, dependientes de su rol en un determinado grupo. Para ello seleccionan a veinte candidatos que a su vez se dividirán en dos grupos. Por un lado, doce que harán las veces de presos y que se verán recluidos en un recinto cerrado, semejante a una prisión, con auténticas celdas; por el otro, ocho que ejercerán de guardias que han de mantener constantemente el orden de la manera que consideren más oportuna, aunque sin hacer uso de la violencia. El buen ambiente inicial no tardará en tornar radicalmente de manera opuesta cuando tanto guardias como presos empiecen a asimilar sus roles dentro de la cárcel debido a la presión que ejercen tanto la situación, como los propios miembros del grupo, llegando a poner en peligro, no solo la vida de los presos, sino la de los propios investigadores, que no se atreven a poner fin al experimento.

Meine Bewerung
La película está basada en la novela de Mario Giordano, The Black Box, que a su vez está inspirada en el experimento de la cárcel de Stanford, California, por Philip Zimbardo. Al igual que el propio argumento de la cinta, el equipo de Zimbardo seleccionó a una serie de candidatos para llevar a cabo un experimento con la intención de entender los conflictos y abusos que se producían en las cárceles de las Fuerzas Armada de los Estados Unidos. Bajo la premisa de la teoría de la disonancia cognitiva, se creía que una persona podía llegar a cambiar su forma de pensar y actuar si se sentía convencido que la ley o un ente autorizado superior legitimaba sus acciones, todo esto unido a un ambiente cerrado que ejercía una presión añadida sobre el sujeto. Zimbardo buscaba una conclusión que añadiese valor al también conocido experimento de Milgram, en el que un grupo de personas eran instadas a administrar schocks eléctricos a otros individuos amparados en la autoridad y responsabilidad del experimentador. Tanto en el experimento en Stanford como en la película, el desarrollo de los acontecimientos es similar. Tras un primer día sin resultados aparentes, el comportamiento de los presos obliga a los guardias (quienes tienen la autoridad y el permiso de actuar como les parezca mejor, aunque sin hacer uso de la violencia) a llevar a cabo acciones disuasorias, entre las que se incluye el uso de extintores, la separación de presos para minar la fuerza del grupo, la humillación, castigos con respecto a la comida o el uso del baño, ejercicios como castigo físico... los guardas ven acrecentada su moral y fuerza, lo que les anima a ir a más, mientras que los presos aceptan sus roles. Ante las críticas de una estudiante de posgrado que no tenía relación directa con el experimento, por las condiciones de vida de los presos, Zimbardo decidió ponerle fin tras solo seis días. A diferencia de esto, los guionistas de la película deciden seguir adelante, siendo casualmente a partir de este punto cuando la cinta pierde gran parte de su fuerza.

Y es que si la cinta destaca por algo, además de la perfecta recreación del ambiente claustrofóbico del experimento, el desarrollo psicológico de los personajes (tanto guardas como presos) y la propia experiencia, es por su interesante planteamiento. Todo esto se debe principalmente a la minuciosa dirección de un primerizo como Oliver Hirschbiegel, quien es capaz de crear una atmósfera asfixiante haciendo uso de una genial recreación física de la prisión, la música por parte de Alexander Bubenheim (que recuerda a la empleada por otros directores a finales de los 90s y principios del 2000 como Tom Tykwer), y la fotografía de Rainer Klausmann. Sin embargo, existen dos claros fallos que perjudican al conjunto de la cinta, y ambos están en el guión. Por un lado, como apuntaba anteriormente, a diferencia del caso de Zimbardo, en la película siguen adelante con el experimento, desembocando en el motín de los propios guardias cuando toda la situación se descontrola y que acapara el tramo final de la cinta. He leído críticas al desarrollo de este, y la poca credibilidad del mismo, pero también he leído trabajos sobre el mismo estudio de Zimbardo, y no me parece descabellado suponer que podría haberse producido una situación similar. Lo que se nota es el exceso de imaginación a la hora de plantear los fallos de seguridad de los propios investigadores. Como los guardas se hacen con el control, no solo de la prisión, sino del propio experimento... Por otro lado, el protagonista de la cinta, Tarek, consigue huir de una especie de caja negra en la que le han encerrado porque milagrosamente encuentra en su interior un destornillador... ya está. Nada más. Es en ese preciso momento en que la credibilidad y calidad de la cinta cae cuesta abajo como los vagones de una montaña rusa en la bajada. El otro punto desfavorable en la cinta es la historia de amor entre Tarek y una mujer que conoce en un accidente de coche y que ha perdido a su padre recientemente. El desarrollo de la historia, mostrado al espectador a través del uso de flash-backs (por lo general en los momentos de sufrimiento o duda del protagonista como válvula de escape), resulta forzado e incomprensible en ciertos aspectos. El uso del personaje de la mujer, salvo como nexo de unión con el exterior, es tanto torpe como innecesario. Por poner dos ejemplos, Dora, que es el nombre del personaje, va en busca de Tarek tras una primera noche íntima, y al no encontrarle ni saber nada de su paradero, decide instalarse en su piso; el otro, y este ya es mi favorito, tiene que ver con la visita de la propia Dora a la prisión cuando, sin apenas conocer a Tarek (aunque el feeling entre ambos es más que obvio), le pide que deje aquello y se vaya a vivir a Canadá con ella... ya está. Nada más (otra vez). Comprendo la intención de los guionistas con este personaje, pero el desarrollo de este resulta desastroso para la película.
Resulta grato ver como ciertos directores son capaces de darlo todo en su debut, en un claro ejemplo de talento y maestría impropia en los novatos. Es el caso de Hirschbiegel, quien poco después nos regalaría, con su segunda película, la genial Der Untergang, pero que desde entonces parece haber perdido el rumbo. Aunque el protagonista de la cinta es el conocido actor (tanto a nivel nacional como internacional) Moritz Bleibtreu, quien da vida a un ex periodista que ahora trabaja como taxista y ve en el anuncio del experimento una oportunidad para volver a ejercer su profesión original, este no hace más que cumplir con su rol principal, dejando que gran parte del peso de la cinta lo lleven otros secundarios que ganan mucho más gracias al desarrollo de sus personajes, como son los guardas Justus von Dohnányi, Timo Dierkes, Nicki von Tempelhoff, Antonie Monot Jr., o el preso Oliver Stokowski. A pesar de la admiración que le tengo a Christian Berkel, su personaje, a pesar de resultar interesante, no le permite un mejor desarrollo del mismo, de la misma manera que Maren Egger, que da vida a la temible Dora.
La película fue todo un éxito en Alemania, recibiendo alabanzas tanto por la crítica como por el público, y fueron ciertamente merecidas. El cine no ha tratado en demasía el mundo de la psicología de manera seria, salvo en tramas con trasfondo paranormal o como excusa de historias poco creíbles. Resulta loable encontrar historias que buscan mostrar una explicación científica a ciertos comportamiento del ser humano (aunque desvaría al final), de la misma manera que la otra recomendable Die Welle - La Ola (Dennis Gansel, 2009).

Das Beste:
El argumento; la dirección de Hirschbiegel; la recreación de la asfixiante atmósfera de la prisión, Justus von Dohnányi.

Das Schlimmste:
El tramo final y el personaje femenino.

Preises:

Premios del Cine Alemán
Mejor Actor (Moritz Bleibtreu)
Mejor Actor de Reparto (Justus von Dohnányi)
Mejor Película para el Público

Premios del Cine Bávaro
Mejor Director
Mejor Guión
Mejor Fotografía

Nota: 3,5/5 Cervecitas


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