Director: Leontine Sagan
Guión: Friedrich Dammann, basado en una obra de Christa Winsloe
Reparto: Hertha Thiele, Dorothea Wieck, Emilia Unda
Música: Hansom Milde-Meißner
Fotografía: Reimar Kuntze, Franz Weihmayr
Productora: Deutsche Film-Gemeinschaft
Handlung
La historia arranca tras la llegada de Manuela a una escuela para muchachas de corte prusiano en Alemania. La disciplina y rigidez son pilares básicos para con la educación de la jóvenes, quienes sufren en sus propias carnes dicho régimen pro-militar. Lo único que hace llevadera la estancia de las muchachas es la presencia de la maestra Elizabeth Von Bernburg, una hermosa y decidida mujer que sabe tratar a las jóvenes con carácter y ternura. Manuela, huérfana de madre y desprovista del amor básico que toda progenitora es capaz de ofrecer, se volcará en el apoyo provisto por Von Bernburg, llegando al punto de confundir amor, por enamoramiento, algo de lo que la profesora será consciente.
Meine Bewertung
Quiero pensar que todo artista que se precie tiene la capacidad de sorprender y mostrar su talento al menos una vez a lo largo de tu trayectoria profesional. Cuantas más veces mejor, claro está, pero no siempre es posible. A veces por el talento del propio artista, otras por circunstancias ajenas a su propio trabajo. La actriz y directora austro-hungara, Leontine Sagan, es un buen ejemplo, ya que tras haber trabajado principalmente como actriz y directora de obras teatrales, estrena en 1931 una película de importancia capital, no solo para el cine alemán, sino para todo su conjunto. Sagan aprovechó la importancia, el peso, y la libertad creativa del cine alemán de aquel momento (años 20, principios de los 30) para rodar una película cuya temática no solo generaría polémica en su momento, sino que seguiría generándola durante décadas posteriores.
Basada en la obra teatral de Christa Winsloe Gestern und heute (Ayer y hoy), Sagan lleva a la gran pantalla una interesante historia de amor que rompe con muchas de las barreras de la época tratando la homosexualidad de forma natural y hermosa. Sorprende que una historia como esta pudiera llegar a estrenarse en los cines hace más de 80 años, pero vuelvo a recordar que estamos hablando de Alemania, probablemente, y hasta la llegada al poder poco después del nacionalsocialismo, uno de los países con mayor libertad creativa de la época. Y es que la cinta trata varios temas, y todos ellos con una soberbia elegancia. La dura disciplina del internado no es más que un simple reflejo de la propia sociedad alemana y como las nuevas generaciones buscaban con ansia una mayor libertad en todo los sentidos. Existe un atisbo de esperanza, y este se encuentra en aquellas personas a medio camino entre el antiguo y el nuevo mundo. Ellos deciden. El personaje de la maestra Elizabeth Von Bernburg realiza la función de enlace. Su capacidad para mantener el orden, que sus compañeras de trabajo la respeten, y que sus alumnas suspiren por ella. Vemos en todo momento un comportamiento que difiere en Von Bernburg con respecto a las otras maestras y que le granjea gran devoción entre sus muchachas. Sin embargo, no es hasta la llegada de la joven Manuela, y como la relación maestra-alumna evoluciona de admiración, cariño hasta el más puro y honesto amor, que Von Bernburg se revela. Y aunque este sea uno de los puntos fuertes de la trama, el desarrollo del mismo peca en ocasiones de irregular. Quiero pensar que este puede deberse tanto a las técnicas narrativas de la época, como a un posible tijerezazo en la versión que tuve la oportunidad de ver, o la practicamente nula experiencia de Sagan a la hora de dirigir un largometraje. Esto ocurre a lo largo de la cinta, y quizás el resultado podría haber sido mucho peor de no ser por la colaboración del experimentado Carl Froelich, uno de los productores de la cinta, y asistente de Sagan durante el rodaje. La directora austro-húngara llevo a cabo una labor más centrada en la dirección de sus actrices, y esto se reflejado en el gran trabajo de todo el reparto, es especial en la pareja protagonista, Hertha Thiele (Manuela) y Dorothea Wieck (Von Bernburg). Ambas se convirtieron en estrellas de la noche a la mañana, disfrutando de numerosas ofertas de trabajo, llegando a coincidir nuevamente en otra cinta de temática similar en 1933, Anna und Elisabeth de Frank Wisbar. Curiosamente, aunque en la película que nos atañe hoy dan vida a personajes con una clara diferencia de edad, ambas tenían la misma fuera de la pantalla.
Basada en la obra teatral de Christa Winsloe Gestern und heute (Ayer y hoy), Sagan lleva a la gran pantalla una interesante historia de amor que rompe con muchas de las barreras de la época tratando la homosexualidad de forma natural y hermosa. Sorprende que una historia como esta pudiera llegar a estrenarse en los cines hace más de 80 años, pero vuelvo a recordar que estamos hablando de Alemania, probablemente, y hasta la llegada al poder poco después del nacionalsocialismo, uno de los países con mayor libertad creativa de la época. Y es que la cinta trata varios temas, y todos ellos con una soberbia elegancia. La dura disciplina del internado no es más que un simple reflejo de la propia sociedad alemana y como las nuevas generaciones buscaban con ansia una mayor libertad en todo los sentidos. Existe un atisbo de esperanza, y este se encuentra en aquellas personas a medio camino entre el antiguo y el nuevo mundo. Ellos deciden. El personaje de la maestra Elizabeth Von Bernburg realiza la función de enlace. Su capacidad para mantener el orden, que sus compañeras de trabajo la respeten, y que sus alumnas suspiren por ella. Vemos en todo momento un comportamiento que difiere en Von Bernburg con respecto a las otras maestras y que le granjea gran devoción entre sus muchachas. Sin embargo, no es hasta la llegada de la joven Manuela, y como la relación maestra-alumna evoluciona de admiración, cariño hasta el más puro y honesto amor, que Von Bernburg se revela. Y aunque este sea uno de los puntos fuertes de la trama, el desarrollo del mismo peca en ocasiones de irregular. Quiero pensar que este puede deberse tanto a las técnicas narrativas de la época, como a un posible tijerezazo en la versión que tuve la oportunidad de ver, o la practicamente nula experiencia de Sagan a la hora de dirigir un largometraje. Esto ocurre a lo largo de la cinta, y quizás el resultado podría haber sido mucho peor de no ser por la colaboración del experimentado Carl Froelich, uno de los productores de la cinta, y asistente de Sagan durante el rodaje. La directora austro-húngara llevo a cabo una labor más centrada en la dirección de sus actrices, y esto se reflejado en el gran trabajo de todo el reparto, es especial en la pareja protagonista, Hertha Thiele (Manuela) y Dorothea Wieck (Von Bernburg). Ambas se convirtieron en estrellas de la noche a la mañana, disfrutando de numerosas ofertas de trabajo, llegando a coincidir nuevamente en otra cinta de temática similar en 1933, Anna und Elisabeth de Frank Wisbar. Curiosamente, aunque en la película que nos atañe hoy dan vida a personajes con una clara diferencia de edad, ambas tenían la misma fuera de la pantalla.
La película se convirtió casi desde el momento de su estreno en un
título de culto, especialmente entre la comunidad gay de la capital
alemana, además de recibir premios en otros países como Italia o Japón.
Contó además con una serie de remakes en años posteriores como la
versión (también alemana) de Géza von Radványi, con Romy Schneider de
1958; una versión mexicana de 1951; o una algo más reciente, esta vez
norteamericana, llamada Loving Annabelle. Cabe decir que ninguna de ella puede llegar a compararse a la original.
Das Beste:
La historia, el reparto.
Das Schlimmste:
Lo aparatoso en cuanto el desarrollo de la historia y el final.
Preises:
Festival de Cine de Venecia
Premio a la perfección técnica
National Board of Review
Top Películas Extranjeras
Kinema Junpo Awards de Japón
Mejor Película Extranjera
Nota: 3,75/5 Cervecitas.
Aquí podéis ver la película online: