martes, 23 de febrero de 2016

Crítica: Jeder für sich und Gott gegen alle (1974)

Título en Español: El enigma de Gaspar Hauser
Director: Werner Herzog
Guión: Werner Herzog
Reparto: Bruno S., Walter Ladengast, Brigitte Mira,
Willy Semmelrogge
Música: Clásica
Fotografía: Jörg Schmidt-Reitwein y Klaus Wyborny
Productora: Werner Herzog Filmproduktion/ ZDF

Handlung
Basada en hechos reales, cuenta la historia de un joven llamado Kaspar Hauser, quién a principios del siglo XIX, tras haber vivido años encerrado y atado en un sótano, es abandonado en la ciudad de Nüremberg. En un principio será recibido con interés por parte de la población, quien tratará de aportar una educación a una persona que apenas sabe hablar, mucho menos leer o escribir. Para sufragar los gastos, se le expondrá en un espectáculo de fenómenos junto a otros pobres desgraciados aquejados de diferentes deficiencias físicas o psíquicas. Al menos hasta que unos pocos, inducidos por intereses científicos y humanos decidan rescatarle de semejante existencia para darle una vida más digna, además de aportarle una verdadera educación. Kaspar aprenderá a expresarse, a razonar, y hasta tocar el piano, lo que no evitará que la mayoría de las personas le sigan viendo más como un objeto digno de estudio que un ser humano.

Meine Bewertung
Como apuntaba al principio, la película se basa en el caso real de Kaspar Hauser, el cual sigue presentando muchas incógnitas a día de hoy. Personaje celebre en la historia de Alemania, especialmente en Baviera, no se sabe a ciencia exacta quien fue realmente Kaspar, ni las razones de su encierro durante más de 16 años. Werner Herzog aprovecha la conocida historia para realizar una dura crítica contra la sociedad de la época, a la falta de comprensión, y a la imposición de unos ideales. Catalogado como niño salvaje, parece ser que no se tuvieron suficientemente en cuenta las causas de dicho estado. El joven se crió practicamente solo, encerrado en un sótano, atado. Su aspecto y educación eran más propios de la idea preconcebida de un salvaje que la de una persona de la época. Su nula educación suscita las burlas e indignación por parte de los presentes, sin embargo, cuando el personaje empieza a entender y a razonar, cualquier opinión contraria a la establecida es considerada un defecto de su propia condición de salvaje o inadaptado. El caso de Kaspar Hauser se asemejaría al de un alienígena que llega a la Tierra, aprende el idioma, las costumbres, y que por esos mismos conocimientos y un razonamiento lógico empieza a plantear dudas, como por ejemplo, la existencia de Dios. No tendríamos en cuenta su opinión como válida (independientemente que estemos de acuerdo o no) de manera razonada, sino que la considerariamos meramente absurda por ser un alienígena. Kaspar es un alien. Un alien rodeado de seres víctimas del costumbrismo y falta de auto-crítica.


Esta cinta tiene otra de esas historias que merece aparecer en todos los libros de curiosidades sobre el mundo del cine, y es la de su protagonista, Bruno Schleinstein, o Bruno S. Criado en diferentes orfanatos y asilos mentales tras ser abandonado por su madre, una prostituta, Bruno demostró capacidades impropias de alguien de sus características. Era capaz de tocar varios instrumentos musicales, además de ser un actor autodidacta. En cierto modo, presentaba muchas semejanzas con el propio Hauser, razón por la cual Herzog le escogió para protagonizar su película tras ver el documental Bruno der Schwarze - Es blies ein Jäger wohl in sein Horn, del año 1970 sobre el propio Bruno. Si tenemos en cuenta la diferencia de edad (Hauser tenía 16 años cuando fue abandonado en la ciudad, mientras que Bruno S. contaba con más de 40 cuando comenzaron a rodar la película), quizás la elección de este actor no profesional no fuese la indicada. Sin embargo, la propia personalidad de Bruno dota de gran realismo al personaje de Hauser, regalándonos una de las actuaciones más cautivadoras de la historia del cine alemán. En el reparto, merece la pena destacar la aparición de nuestra querida Brigitte Mira, a quien recordamos por la cinta Todos nos llamamos Alí (Rainer Werner Fassbinder, 1974) del mismo año.
La película contó con el aplauso de la crítica especializada, especialmente en el prestigioso Festival de Cine de Cannes, aunque a día de hoy no sea de las más recordadas de la filmografía de Herzog.

Das Beste:
El tratamiento de la historia; la crítica a la sociedad por parte de Herzog; y la banda sonora compuesta por temas de música clásica.

Das Schlimmste:
El ritmo.

Preises:
Festival de Cannes
Gran Premio del Jurado
Premio FIPRESCI
Premio del Jurado Ecuménico

Premios del Cine Alemán
Mejor Diseño de Producción
Mejor Edición

Nota: 3,5/5 Cervecitas.

Podéis ver la película online aquí:


@cine_aleman

miércoles, 10 de febrero de 2016

Crítica: Der Himmel über Berlin (1987)

-Cuando el niño era niño...

Título en Español: El cielo sobre Berlín
Director: Wim Wenders
Guión: Wim Wenders, Peter Handke Richard Reitinger
Reparto: Bruno Ganz, Otto Sander, Peter Falk,
Solveig Dommartin, Curt Bois
Música: Jürgen Knieper
Fotografía: Henri Alekan
Productora: Road Movies Filmproduktion/ Argos Film


Handlung
Damiel y Cassiel son dos de los muchos ángeles que sobrevuelan los cielos de la Berlín dividida por el muro observando (en color sepia) y escuchando a los humanos. No existe interacción directa entre ellos, y únicamente los niños y las personas de buen corazón son capaces de verles o sentir su presencia. Aunque llevan realizando la misma tarea desde siempre, no llegan a entender muchos de los sentimientos de los hombres. Damiel, quien se enamora de una trapecista, y que arde en deseos de comprender mejor a los humanos, decide dejar las alas para así poder llevar la vida de un hombre normal y corriente.

Meine Bewertung
Cuando hablamos de los directores alemanes más reconocidos a nivel internacional, resulta inevitable mencionar a Wim Wenders. La crítica siente gran admiración por este director que, al igual que muchos otros de su generación, transformaron el cine alemán desde finales de los años 60. Aunque partiendo de unas bases diferenciadas, la heterogeneidad de los miembros de esta ola resulta más que evidente. En el caso de Wenders, nos encontramos con un autor claramente influenciado por el cine internacional, especialmente el norteamericano, aunque tampoco oculta su fascinación por el cine de Yazujiro Ozu, por poner un ejemplo. Wenders se hizo un nombre tras los éxitos de cintas como Alicia en las ciudades, El amigo americano, y especialmente, París, Texas. Todas ellas le valieron un gran reconocimientos artístico, pero sería en 1987 cuando estrenaría posiblemente su obra maestra, y que a día de hoy es considerada como cinta de culto, El cielo sobre Berlín (o Las alas del deseo).


El director busca mostrar dos realidades. La sepia existencia eterna de los ángeles, y la de los humanos en color. Los primeros son testigos del día a día de los segundos. Son confesores invisibles de sus más secretas y privadas cuestiones. Muchas de ellas son de carácter cotidiano, pero las hay que traspasan la línea y van más allá. Preguntas referidas al sentido de la vida, a la soledad, al futuro, al amor... los ángeles poco pueden hacer para ayudar a los humanos salvo trasmitirles cierto consuelo etéreo. Damiel, interpretado magistralmente por Bruno Ganz y cuya imagen con las alas subido a lo alto de la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm de Berlín es todo un icono, ansía entender más sobre los sentimientos de los humanos, algo que su condición de ángel le impide. Su misión es la de observar y escuchar, nada más, pero su deseo de sentir como los humanos, unido a la fascinación por el personaje de la trapecista, interpretada por Solveig Dommartin, es tan grande, que finalmente logra la trasformación. Poco a poco irá descubriendo la realidad de los sentimientos o las experiencias, ya sea tomar un café, fumar un cigarrillo, estrechar una mano o recibir un beso de la persona que ama. Dos formas de pensamiento, al fin aunadas, que tendrán como único propósito, la búsqueda de la felicidad mortal.
Partiendo de una idea más que fascinante, el problema de la película radica en la excesiva recreación por parte de Wenders en cuanto tanto a la cantidad de pensamientos que escuchan los ángeles, como a la inexistente ritmo de la cinta. La línea argumental de la cinta se ve entroncada por un excesivo número de escenas intrascendentes que queriendo plasmar un sin fin de cuestiones de tinto filosófico por parte de los guionistas no hacen más que entorpecer el ritmo. A su vez, si bien las reflexiones de los personajes humanos, ya sean la trapecista, el narrador, o el propio Peter Falk, resultan interesantes, el desarrollo de las mismas resulta más que inverosímil ya que dificilmente una persona lleva a cabo dichas reflexiones con semejante lenguaje. Encuentro más apropiado un texto cuyas elucubraciones vengan acompañadas de un mayor número de ejemplos personales, en vez de las que aparecen en pantalla. La fascinante fotografía por parte del consagrado Henri Alekan, las tomas en picado recorriendo los tejados de Berlín, el excelente uso de la música, el argumento de la cinta, y el carisma del genial Bruno Ganz, logran tapar en gran medida el, en ocasiones, lastre del guión.
Seis años después, Wenders, quien concluía la película con un continuara... estrenó la segunda parte, Tan lejos, tan cerca, en la que contaba con parte del reparto original, aunque en esta ocasión es Otto Sander, Cassiel en la cinta, el protagonista.


Das Beste:
La fotografía, Bruno Ganz.

Das Schlimmste:
El guión y el ritmo de la cinta.

Preises:
Festival de Cannes
Mejor Director

Premios del Cine Alemán
Mejor Película
Mejor Fotografía

Premios del Cine Europeo
Mejor Director
Mejor Actor Secundario

Premios del Cine Bávaro
Mejor Director



Nota: 3,5/5 Cervecitas.

@cine_aleman